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Póster de «The Witcher» de Netflix, con Geralt de Rivia, Yennefer de Vengerberg y Ciri de Cintra

Toss a coooin to your witcheeer,
O’ valley of plentyyy…
O’ vall-

Oh, ¡hola! Le echaba tanta pasión al megahit de Jaskier que no me he dado cuenta de que estabais ahí. ¿Que quién es Jaskier? Pues el colega bardo de Geralt. ¿Cómo? ¿Geralt de Rivia tampoco os suena? Claro que sí: es el brujo mercenario que NADIE se imagina con el físico hercúleo de Henry Cavill hasta que el mismísimo Superman lo da TODO y convence a base de mandobles, pelazo, ropa ajustada de cuero brillante y ocasionales gruñidos monosilábicos sexys (al SEO de WordPress no le gusta esta frase). ¿Todavía nada? ¡A ver si el problema va a ser que no tenéis ni idea de qué es The Witcher! ¿En qué planeta vivís?

Empecemos por los orígenes…

A algunos os sonará un tal Andrzej Sapkowski. El escritor polaco es el creador de Geralt de Rivia, un wiedźmin *, un mutante cazador de monstruos. Se gana el sustento como mercenario para una especie egoísta y desagradable cuya compañía rehúye: los humanos. Lo que empezó como una serie de relatos independientes pronto derivó en una saga de proporciones épicas. Las novelas gozaron de mucha fama en los 90, sobre todo en la tierra del autor (donde forman parte del currículum oficial en algunos colegios) y entre los aficionados a la literatura fantástica. Además, el brujo tuvo una segunda juventud gracias a los tres videojuegos lanzados entre 2007 y 2015. También hubo adaptaciones a cine y televisión, herederas de un tiempo pretérito en que la fantasía era un género de segunda… y se lo trataba sin reparo como tal. Corramos un tupido velo.

Portadas de las novelas de la saga de Geralt de Rivia, publicadas en castellano por Alamut.
La saga de Geralt de Rivia, publicada en castellano por Alamut

¡Pero ahora lo friki está de moda! Y es algo lógico: da dinerito. Los de la demográfica de entre 18 y 54 años soltamos con gusto nuestro buen fajo de billetes si nos dan lo que necesitamos. Superhéroes, dragones, magos, reinos olvidados… ¡Doña Netflix, póngame una de brujos y hechiceras! Por eso, la cadena de pago no ha escatimado en medios para traernos una versión de Geralt de Rivia acorde a la buena salud de que gozan la televisión y lo que se conoce como «géneros» (todo lo que no sea intelectual y elevado, galardonable literatura de monóculo).

En la web de Netflix cuentan que «Geralt de Rivia, un cazador de monstruos mutante, viaja en pos de su destino por un mundo turbulento en el que, a menudo, los humanos son peores que las bestias». Esta sinopsis encajaría con la de los dos primeros libros de la saga, El último deseo y La espada del destino, colecciones de relatos centrados en las aventuras del brujo que funcionan de forma autónoma. El tercer libro, La sangre de los elfos, empieza un arco de largo recorrido y revela la importancia de personajes que hasta ese momento eran secundarios: Yennefer y Ciri. Como veis en el póster que encabeza esta entrada, ahí aparece el terceto —luego lo desgranamos—. Al equipo de guionistas le pareció buena idea pasar el material original por la batidora para sacarlo todo mezclado… ¿Por qué? La competencia televisiva es descarnada y la comparación con Juego de Tronos surgió desde que se supo de esta adaptación. La showrunner Lauren S. Hissrich sabía que tenía que mostrar su mejor mano desde el episodio piloto o el único destino del que se hablaría en su serie iba a ser el de la cancelación.

Calanthe, reina de Cintra, cruzando espadas con el brujo Geralt de Rivia.

Si miramos atrás, la primera temporada de Juego de Tronos —a la que no nombraré por tercera vez— contaba una producción modesta. Su aspecto inicial distaba mucho del de sus últimos seis capítulos, indistinguible del de una película. Para llegar a ese punto, se beneficiaron del factor sorpresa del 2011 —¡fantasía tomada en serio, por fin!—, ocho años de aprendizaje e inyecciones constantes de presupuesto. Como uno se acostumbra rápido a lo bueno, a The Witcher se le exigió máximo rendimiento desde que se filtraron las primeras imágenes. En mi opinión, han hecho un gran trabajo. Como era de esperar, en exteriores saca partido a la belleza natural de Budapest o Las Canarias para dar vida al Continente. Es una tierra poblada por enanos, elfos, humanos y una gran variedad de seres de origen mitológico o fantástico que, si bien mantiene el aroma medieval que se presupone a este tipo de historias, sus criaturas se inspiran en el folclore eslavo: kikimoras, estriges, silvanos… El aspecto sigue siendo familiar, pero supone un soplo de aire fresco respecto a la ya manida fantasía heroica de herencia europea (por no decir directamente de El señor de los anillos). También se distancia del grimdark canónico con una paleta vistosa, cuyo diseño de vestuario casa bien con los ropajes suntuosos de una comunidad mágica preocupada por las apariencias. Me gustaría que algún engendro luciera mejor (tampoco deslucen, ojo) y querría que las lentillas de colores no cantaran tanto, claro que sí. Pedir es gratis. Pero prefiero que el casting sea acertado y dediquen esfuerzos a contar una buena historia.

Geralt de Rivia (interpretado por Henry Cavill) en la serie de Netflix «The Witcher».

En Internet hay polémica sobre absolutamente cualquier cosa la existencia de tres líneas temporales, incidiendo en que el modo en que se cruzan es confuso y cuesta de seguir. Es un visionado exigente pero, si se presta atención y se tiene paciencia, las piezas van encajando entre sí (siempre hay detalles que nos ayudan a ubicar la acción). También creo que, gracias a la estructura no lineal, la serie se permite desarrollar desde el principio a sus tres protagonistas, el auténtico corazón de la saga. En ese ámbito ha habido una aceptación unánime… más o menos. Vamos a por ello.

La elección de Henry Cavill como Geralt de Rivia indicaba que buscaban un físico contundente en la línea del diseño del videojuego. En los libros se lo describe como alguien delgado pero fibroso —Madds Mikkelsen era un favorito de los fans que comparto—, no una bestia de tiro, puro músculo. De poco hubiera servido el desparpajo de Cavill o que fuera el mayor fan del personaje si a la postre no daba la talla. Una vez superados los prejuicios, Cavill parece adecuado para el papel y se desenvuelve de maravilla en las escenas cuerpo a cuerpo. Con semejante desempeño, el lobo blanco o el carnicero de Blaviken son motes que le sientan como un guante al brujo.

Tal como apunta la sinopsis oficial, «los humanos son peores que las bestias», conque Geralt es un paria que no encaja en el mundo que lo rodea. El lobo encuentra amparo en la soledad; en el silencio, la compañía… Dudo que sea buena idea hacer de tu protagonista un tipo tan parco que casi es mudo, pero es un rasgo al que sacan punta (por el propio Geralt o el bardo que a menudo lo acompaña, incapaz de cerrar el pico). En cualquier caso, Henry Cavill tiene tablas y es capaz de mostrar los pequeños matices de su personalidad, más abundantes a medida que avanzan los capítulos. Entre fidelidad estricta al físico y capacidad interpretativa, defiendo que a cualquier adaptación le conviene lo segundo.


«They took my choice.
I want it back».

Yennefer de Vengerberg


El vértice débil es la princesa Cirilla de Cintra, interpretada por Freya Allan. En primer lugar, las necesidades del papel no le han permitido lucirse como a sus compañeras. Además, su arco narrativo está en pausa permanente porque depende del avance de Geralt, supuestamente destinado a encontrarla. Ha sido necesario rellenar la espera creando escenas nuevas y mostrando eventos que en el texto original solo conocemos de pasada. Como afirma la propia Lauren S. Hissrich, se eligieron los relatos que servían para ilustrar mejor la personalidad del brujo; entretanto, Ciri va sorteando obstáculos mientras la audiencia aguarda paciente a que pase lo que tiene que pasar. El interés de su historia tiene altibajos, obviamente. Como aspecto positivo, este deambular nos lleva a conocer mejor a la reina Calanthe, su abuela, una secundaria muy potente. Sin entrar en spoilers salvajes, en las próximas temporadas Ciri sufrirá una serie de cambios y penurias que la llevarán a territorio aún inexplorado… ¿Estará Freya Allan a la altura? Confiemos en que el departamento de casting tuviera buen ojo y la actriz se crezca con las exigencias del papel.

Yennefer de Vengerberg (interpretada por Anya Chalotra) en la serie de Netflix «The Witcher».

En el otro extremo se encuentra Yennefer de Vengerberg (nombre espectacular para un pueblucho de mala muerte), a quien da vida la hasta ahora desconocida Anya Chalotra. Quienes fantaseábamos con Eva Green encarnando a la longeva hechicera nos hemos tenido que morder la lengua ante la interpretación enérgica y versátil de Chalotra. Igual que con Ciri, se ha echado mano del pasado de Yennefer, solo esbozado en las novelas de Sapkowski, para trazar un arco de transformación y empoderamiento. En el polo opuesto a Geralt, Yennefer es un huracán incontenible de emociones a través de quien se habla de identidad, elección y sacrificio, pérdida… Conocer de primera mano su trasfondo y verla evolucionar ayuda a entender su sed de poder. Se nos presenta como alguien capaz de cualquier cosa para conseguir lo que se propone… pero la imperfección es un rasgo inherentemente humano. Para mí, de momento Yennefer es la gran sorpresa y lo más interesante de The Witcher.

En el cambio de medio, creo que se ha resentido la autenticidad que transmitía el lenguaje rico y colorido del texto (en la traducción de José María Faraldo, claro). Cada personaje era especial y hablaba de un modo reconocible, demostrando la amalgama de razas, dialectos e idiosincrasias del Continente. También tengo la sensación de que no se ha transmitido todo el carisma de entrañables secundarios como Renfri (una relectura de La Caperucita). O el peso de las moralejas, propias del cuento, que se ve debilitado por mucho que insistan en la repugnancia del «mal menor». Pero está claro que The Witcher tiene el ojo puesto en forjarse su propia personalidad y contarnos una gran historia capaz de arrastrar consigo a millones de espectadores. Los relatos, por tanto, son un peaje —necesario y agradable, pero peaje al fin y al cabo—.

Pese a los pormenores, estoy encantado con lo visto en la primera temporada. Netflix sabe que hay una base de aficionados sedienta de contenido, conoce el material que ha comprado y, al menos en apariencia, pretende mimarlo —por la cuenta que le trae—. En definitiva, lo que más me ha gustado es que The Witcher va de cara y abraza sin complejos el denostado subgénero fantástico de espada y brujería, recreándose en lo bueno y no renegando de sus características menos populares. ¡Humildad, divino tesoro!

Ah, me dejo al bueno de Jaskier; la próxima vez os hablaré más de él

From when the White Wolf fought,
A silver-tongued deeevil…
His army of eeelves


* Curiosidades: wiedźmin es un vocablo inventado. En polaco hay brujas (wiedźma) pero no existía un homónimo masculino hasta que Sapskowki metió la nariz. Al llamar «brujo» a Geralt se pierde parte de la gracia (y la crítica) del original; supongo que por eso en castellano a veces se lo llama «brujero». ¿Alguien nos lo puede confirmar? Más detalles en este artículo: La traducción de neologismos en la versión española de la prosa de A. Sapkowski.

Series: «The Witcher»
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